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La aparición del evangelio de Judas evidencia la manipulación del Cristianismo y sus mentiras.

Foto del escritor: Laurentino Martín VillaLaurentino Martín Villa

Incluye vídeo documental

Es de todos sabido o debería serlo, que el nuevo testamento fue escrito por mandato del emperador romano Constantino en el Edicto de Milán y que por lo tanto podemos asegurar con conocimiento histórico que el cristianismo fue una religión inventada y reescrita a través de la reciente historia de la humanidad para satisfacer el poder de las iglesias cristianas sobre todo la del Vaticano.

Constantino y posterior y continuadamente la iglesia católica hizo desaparecer aquellos evangelios que por su contenido generaban o desvelaban ideas contrarias al poder del varón y de una iglesia organizada políticamente con una jerarquía política militar a partir del poder del imperio romano.

Esa evidencia queda clara con la aparición «Del Evangelio de Judas», cuyo contenido ha demostrado lo afirmado en estas líneas, pero no es el único que durante este pasado siglo la arqueología ha sacado a la luz poniendo en tela de juicio (por no decir desbaratando) las creencias cristianas en general y a la Iglesia católica en particular.


EL MANUSCRITO

Este manuscrito, formado por 13 planchas de papiro antiquísimo (26 páginas), fue encontrado en el año 1978 en Egipto, a orillas del río Nilo en la zona de Al-Minya, pero fue pasando por varias manos, hasta que finalmente se hizo público.

El manuscrito fue sacado ilegalmente de Egipto y permaneció durante casi 20 años guardado en un banco de Long Island, en Nueva York, sin que se advirtiera la importancia del hallazgo, hasta que, en el 2002, una fundación suiza lo compró y financió la restauración del mismo. La organización quiso venderlo a varios museos, pero por su salida ilegal no pudo hacerlo y decidió hacer un acuerdo con la National Geographic para su divulgación internacional, y así llega hasta nosotros.

¿Cuál es su origen? Hay importantes datos que pasan inadvertidos para muchos «especialistas» que nos hablan de la «nueva revelación». Y es que, este hallazgo es una traducción copta del siglo IV d.C., (recuerden que ningún evangelio fue escrito por personas que fueron contemporáneas de Jesús) de un original anterior escrito en griego entre el 180 y el 190 d.C. O sea que el original es de finales del siglo II y también sabemos que no es cristiano, sino un escrito de sectas gnósticas, cuyas doctrinas saltan a la vista en el texto. El mismo Ireneo de Lyon lo menciona en su obra Adversus Haereses (s. II), atribuyendo este «evangelio de Judas» al grupo religioso gnóstica de los cainitas (A.H. 1,31,1). En el siglo II en esas zonas rendían culto a Caín (hermano y asesino de Abel) y también a la Serpiente (Ofitas). Este manuscrito es muy importante para la historia de las religiones, como fue el resto de los escritos gnósticos hallados en Nag Hammadi en 1945 de los que hablaremos en siguientes reportajes y probablemente, sea uno de los tantos que se extravió en aquel primer hallazgo de textos gnósticos en Egipto. Vale mucho más para la historia de la teología y para conocer el gnosticismo del siglo II pues revela una nueva historia sobre el cristianismo primitivo o sobre Jesús de Nazareth que el Vaticano no quería que saliera a la luz. La iglesia católica ha intentado por todos los medios desacreditar su contenido, pero no se puede tapar el Sol con un dedo por mucho que lo quiera el Papa y su consorte de "Hombres Santos y justos". ¿Ingenuidad o manipulación una vez más?

El «boom» de los Evangelios Apócrifos En los últimos años las apariciones de estos escritos han demostrado la constante manipulación que las iglesias habrían ocultado por miedo a que alguien descubriera «la verdad sobre Jesús» o que «la Iglesia se derrumbe en sus creencias». Lo «no dicho», lo oculto, lo inexistente para la iglesia y como siempre por decreto, no cierto, aunque la evidencia lo demuestre, deja una vez más a la iglesia fuera de juego ante la evidencia de la historia.

Distinguiendo un poco Los cuatro evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, son los aceptados por el cristianismo (no solo por católicos, sino por casi todas las iglesias cristianas) como fuente "cierta y segura" de revelación desde comienzos del siglo II hasta hoy y se les llama canónicos. Pero tienen la misma valía que los apócrifos por ser escritos bajo las mismas circunstancias. La diferencia real radica en que estos cuatro primeros autores fueron elegidos como ciertos por los fundadores de esta iglesia inventada y los otros desechados y ocultados por el poder de la nueva iglesia bajo el manto de impunidad de la alta política romana de entonces.

Se llaman evangelios apócrifos — a veces peyorativamente- a los considerados como ajenos a la tradición cristiana. Sin embargo el término apócrifo (apokrypto: oculto) fue usado por los mismos autores de estos textos dando a entender su perfil gnóstico, reservado a una élite de iniciados estudiosos en las doctrinas del judío Jesús . No se les llamó ocultos por estar escondidos, sino por su origen que se enfrentaba al poder de roma y luego se hizo costumbre identificar apócrifo con no canónico, no inspirado, etc. piensen por ustedes mismos y llegaremos todos a las mismas conclusiones.

Los cuatro evangelios canónicos (que son regla de fe para los cristianos, y son considerados como inspirados, pero curiosamente en los únicos que se basa toda la historia manipulada de esta religión) hablamos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, fueron escritos entre el año 50 y el 95 según los estudios más recientes. Estos escritos pertenecen a las comunidades cristianas de los primeros testigos y tienen un origen apostólico según la iglesia oficial y eran de uso generalizado (católico=universal) en los primeros siglos de la era cristiana. Pero lo que no dice la iglesia católica es que estos textos fueron cambiados y corregidos al gusto del poder político negando el catolicismo las pruebas más que contundentes, y esto lo sabemos porque se dispone de gran cantidad de copias y traducciones hechas en la antigüedad que se van modificando durante la historia de la cristiandad. ¡Curioso y obsceno!

También se poseen escritos de autores de los primeros siglos que citan y comentan estos textos, lo cual nos permite comparar y ver la fidelidad en la trasmisión hasta nuestros días. No sería posible ocultar algo que fue dado a conocer desde el principio como una realidad de fe incuestionable por la cúpula política católica y que sea ha demostrado un invento humano que nada tiene que ver con lo divino que se nos impuso. Además, el criterio de canonicidad tiene que ver con el serio conocimiento del origen de tal o cual evangelio como vinculado directa y realmente a un Apóstol o discípulo del mismo, acreditado a su vez por las otras comunidades cristianas que servían de referentes por estar conectadas también con un origen apostólico algo que no tiene fundamento histórico.


En el Concilio de Trento (s. XVI) se define dogmáticamente el canon actual de la Biblia, pero ya desde el siglo IV hay elencos completos de los libros canónicos (Concilio de Cartago, 397), y el decreto Gelasiano del Sínodo de Roma, 383, es el primer documento romano autorizado con la lista completa del canon. Ya a finales del siglo II, Ireneo de Lyon defiende la canonicidad de los cuatro evangelios canónicos frente a las sectas gnósticas. Por lo tanto, ya en los comienzos de la Iglesia, los cuatro evangelios canónicos y las erróneas cartas de san Pablo ya eran considerados como auténticamente inspirados y de autoridad apostólica clara evidencia de la manipulación y el intento de hacer desaparecer el mensaje de los demás escritos.

En torno al Antiguo Testamento, en el siglo XVI la «reforma protestante» en una deseada vuelta a las fuentes acepta el canon de la Biblia hebrea, que no contiene algunos libros que si tiene la traducción griega (LXX), que era la que se usaba en la primitiva comunidad apostólica. Si bien la Biblia católica incluye 7 libros más del Antiguo Testamento en comparación con las protestantes, en torno al Nuevo Testamento todas las tradiciones cristianas siempre se mantuvieron los 27 libros canónicos que hoy conocemos en un intento me reitero, de ocultar la verdad histórica al creyente desinformado.


Obviamente que los textos gnósticos, por no ser cristianos nunca formaron parte de la lista de libros revelados y auténticos entre los cristianos de todos los tiempos. Pero si los lees verás que no hay nada oculto en ellos solo que dejan en evidencia para cualquier pensante el motivo de por qué no fueron admitidos por igual con los demás evangelios oficiales.


Por otra parte, existen otros escritos posteriores, escritos entre el s. II y el IV, los cuales tienen por autores a miembros de distintas sectas gnósticas de la antigüedad y de otros grupos pseudocristianos, cuyos textos fueron llamados también «evangelios» y bajo pseudoepígrafes de Apóstoles —sin conexión histórica con los mismos "como todos"-, como: «Tomás», «Pedro, «María Magdalena», «Santiago», «Felipe», «Andrés», «Judas», etc. ¿Qué quiere decir esto? Que todos usaron el nombre de un apóstol para darle mayor autoridad a esos textos tardíos en los que se basa las nuevas escrituras, y en la misma línea los textos ocultados por el cristianismo o catolicismo oficial. Y obviamente "ninguno" fueron escritos por los apóstoles que murieron en el siglo I.

Estos textos fueron rechazados por el grupo de escribientes de Constantino desde sus comienzos, ya que sus contenidos sobre la vida de Jesús (acomodados a las doctrinas gnósticas con un Jesús lejano al histórico) eran irreconciliables con lo transmitido posteriormente por la nueva religión católica y sus derivados hechas a medida. Aunque se los llame ocultos (apócrifos), no están escondidos en ninguna parte, ya que se pueden adquirir y leer, hace ya varios años, en cualquier librería que tenga textos religiosos aun con el intento de la Iglesia de Roma, primero de destruirlos o hacerlos desaparecer y ya en nuestro siglo gracias a los medios de comunicación masivos intentar desprestigiarlos con argumentos no sostenibles desde la realidad de la historia constatada.


Aunque muchos desaparecieron en la biblioteca del Vaticano en sus primeros momentos —como afirma la película Estigma-, muchos han sido rescatados al mundo custodiándose en museos, como el evangelio apócrifo «de Tomás», que está en el Museo de El Cairo (Egipto) desde su hallazgo en 1945. Cualquiera los puede leer, pero la Iglesia nunca los aceptará como regla de fe, ya que estos no fueron aceptados desde el principio y no son fuente de revelación sencillamente porque no transmiten la fe de los Apóstoles según intereses, sino que nos hablan de un Jesús histórico tal y como se conoció por estos grupos que mezclaban por lógica contemporánea, doctrinas de diferentes religiones orientales que en aquella época convivían en sus sociedades con la fe de la Iglesia primitiva nada influenciada por el poder político de Roma y por supuesto, con elementos de la literatura judía pues (apócrifa) al ser del pueblo judío del que hablamos. Sencillamente ninguno son evangelios cristianos, aunque se llamen «evangelios», ni tienen por autor a ningún apóstol o sucesor directo del mismo. En la época postapostólica andaban cientos de evangelios circulando entre las comunidades que promulgaban su historia por medio de la palabra donde el núcleo de la historia era el mismo, pero no su contenido diverso. Porque todos estos textos apócrifos son muy posteriores a la vida real del Jesús histórico.


Seguiremos desarrollando este tema con más datos en capítulos posteriores, pero ahora les dejo con un documental especial de National Geogrphic que no dejará dudas sobre lo real de los expuesto y sí, sobre la verdad defendida por el Vaticano.


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